domingo, 26 de octubre de 2008

Dejad que los Erasmus se acerquen a mí.

La verdad es que me está gustando bastante esta etapa posterior a mi año en el extranjero. Después de la visita de la bastarda y de la muyaya, me toca por imposición propia el hacer de anfitrión para los que llegan a Málaga. Y me encanta.

Desde el primer día de facultad desplegué todos mis dispositivos de localización para su detección. Porque aunque siempre se hable de lo buena que es la experiencia, de las fiestas, los viajes y lo bien que lo pasas... llegar de pringao a un país nuevo y no tener a nadie que te guíe es una putada.

Así que me he puesto manos a la obra. Los individuos en cuestión son bastante fáciles de identificar, más si cabe habiendo conocido esa sensación en tu propio pellejo. Suelen llevar la misma cara que tendría una cabra en un garaje, andando dubitativos y mirando para todos lados, quizás buscando a alguien que se apiade de ellos y les ayude sin pedirlo. Suelen llevar de serie, además, un diccionario incorporado.

Y no puedo evitar verles y sonreír. Porque me hacen recordar tantos momentos... Esos inicios de no saber hablar el idioma, no saber dónde ir, no saber a quién dirigirte, ni cómo. Esos ridículos tan fantásticos que hice el año pasado. Cazzo, tante figure di merda che ho fatto! Porque si para algo sirve un Erasmus es para dejarte el umbral de la vergüenza a la altura de los pies. Es un año de búscate la vida pase lo que pase, y os aseguro que la necesidad vence a cualquier grado de timidez.

Qué grandes aquellos días...

lunes, 20 de octubre de 2008

Lo siento delfín, pero no voy a engañarte: éste es un post fantasma.



Y es que ando desganado últimamente. Creo que mi metabolismo está de otoño, así que irá siendo hora de buscarse un buen complejo vitamínico que meterse en vena. Pero bueno, hay que joderse, tanto tiempo pidiendo un poco de rutina para que ahora el principio de curso me tenga detorratao a estas alturas.

Lo más curioso es que teóricamente tengo muchas cosas que contar. Por ejemplo, la visita de la bastarda (qué cariñoso soy cuando me pongo) y nuestro viaje por Andalucía, especialmente con la accidentada visita a Granada, la mierda del tomtom, las gitanas y el romero, la Alhambra y el tráfico granaíno.


O el canguelo que da matricularse de las asignaturas que te quedan para acabar la carrera, cuando lo único que tienes claro después de cinco años integrando y resolviedo ecuaciones diferenciales es que
todo sistema físico puede representarse como una patata genérica.

O podría contar mi corto pero intenso viaje a Finlandia, a visitar a alguien de quien empiezo a despedirme demasiadas veces, con la subida hasta el Círculo Polar Ártico, o la sauna tamaño Polly Pocket.

También tengo algún post más aquéhuelenlascosasquenohuelen rumiando desde hace días, pero debido a mi nula capacidad de expresión/concentración actual seguirá apartado en la recámara.
O de crisis, de Obama, de Sarah Palin.

Y, por qué no decirlo, de pensamientos con mala leche (condensada) cuando recuerdo que me dicen que le planteo la moralidad a todo...
A lo que se me ocurre pensar que mejor me cago encima, me meo, me revuelco y retozo en una cochiquera (así, en plan fino), porque total, ya que nos ponemos a ser amorales tendremos que comportarnos como animales, plantas y/o seres inhertes. Y así nos evitamos dolores de cabeza, ¿no? Lo que me faltaba a mí es tener que disculparme por nacer con un Pepito Grillo en la cabeza. ¡Vamos hombre!

En fin, que mucha letra y poca chicha. Pero es lo que hay,
que pa algo estamos en crisis coño.