Y es que esta mañana, casi se me sale el estómago por la boca. Tampoco es tan de extrañar, teniendo en cuenta que las primeras palabras que he tenido de mi (puñetera) madre han sido: Corre, pon la primera que ha habido un atentado de Al-Qaeda.
Terror, y nunca mejor dicho. ¿Dónde? ¿Italia, Francia, Alemania? ¡Mierda, mierda, mierda! Supongo que ésta debe ser la parte mala de tener amigos en el extranjero... ¡Uf! India... ¿India? Joder, ¿por qué tiene que dar la puta casualidad de que la amiga pava de la pava ella esté en Bombay?
Tranquilidad, Daniel. Que estás pa' darte dos hostias. Hay demasiada gente en el mundo como para que vayas a conocer a alguien que esté en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y es que tengo que reconocer que estoy traumatizadito con el tema. La cosa suele generar risa, pero el caso es que a mí consiguen acojonarme. Supongo que vivir en España, país en el que tenemos un problema con el terrorismo bastante grave y arraigado, ha hecho nacer en mí una sensibilidad especial al respecto.
Tampoco ayuda el hecho de que estando en Cassino mi amigo Bin Laden anunciara atentados terroristas contra Italia, cuando no eran pocas las veces que yo paseaba alegremente por Termini. Es decir, que aquella noche me revolví en la cama más que de costumbre. Porque quien haya estado en Roma sabe que, si bien es difícil tirarte un peo por la calle sin que te vean i carabinieri, Termini es la estación sin ley (y mucho menos orden). Y conocemos la afición que tiene este señor por reventar lugares públicos en hora punta. Supongo que a partir de ahí (o de mis poderes a lo Angela Petrelli) no es de extrañar que en el momento que puse el pie en Châtelet-Les Halles tuviera la extraña sensación de verla saltando por los aires.
Sea lo que sea, son estas cosas las que te dan la bofetada de vuelta a la realidad. Esa realidad que te hace pensar que todo es una mierda. Que siempre va a haber alguien coartando tus límites. Ya sea una organización terrorista, extremistas musulmanes o la camorra.
"En esta sociedad podemos hablar, opinar, incluso gritar. Pero no podemos traspasar la barrera del silencio. De lo que no se puede decir".
¿Y ahora qué?