
Probablemente suene extraño, y más probable aún es que lo sea, pero quiero seguir cuidando que el viento no despeine tu flequillo. Si no nos entienden es porque los demás no se preocupan de ver el color de la luz que desprenden sus fósforos al consumirse. A día de hoy, te doy gracias por estar a mi lado y apoyarme, sé que has hecho un gran esfuerzo. Siempre estaré aquí.
Dice la canción que hay llamas que ni con el mar. Los dos sabemos que ahora mismo esa llama nos devoraría, pero seguiré guardando en mi caja cerillas de colores por si algún día queremos volver a quemarlas juntos. Y, ¿sabes qué? Entonces seguro que la luz teñirá todo de blanco.
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