miércoles, 13 de diciembre de 2006

Colores

Cuando nos conocimos tú eras verde y yo era rojo, y no imaginábamos (o quizá sí) que más adelante se mostrarían los verdaderos colores. Entonces, una fría noche encontramos calor bajo la luz del neón azul. Pero era un calor distinto a los anteriores, un calor que, además de quemarnos la piel, hacía arder las cerillas que hasta entonces estaban guardadas. Y pasaron 3 años ardiendo cerillas de colores casi sin darnos cuenta... hasta que todo comenzó a tornarse negro, tiznado por las cenizas que ya no estábamos dispuestos a limpiar.

Probablemente suene extraño, y más probable aún es que lo sea, pero quiero seguir cuidando que el viento no despeine tu flequillo. Si no nos entienden es porque los demás no se preocupan de ver el color de la luz que desprenden sus fósforos al consumirse. A día de hoy, te doy gracias por estar a mi lado y apoyarme, sé que has hecho un gran esfuerzo. Siempre estaré aquí.


Dice la canción que hay llamas que ni con el mar. Los dos sabemos que ahora mismo esa llama nos devoraría, pero seguiré guardando en mi caja cerillas de colores por si algún día queremos volver a quemarlas juntos. Y, ¿sabes qué? Entonces seguro que la luz teñirá todo de blanco.

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