miércoles, 3 de enero de 2007

Como una cabra en un garaje

A los pocos días de compartir el canto a la revolución de Eva y Juan, el mundo se despidió del año con dos acontecimientos opuestos a lo que se propone en dicho himno.

El primero de ellos, el llamado ajusticiamiento de Sadam Hussein (grandísimo hijo de puta, por cierto). Pero aún no me cabe en la cabeza cómo el castellano (lengua fijada, brillante y espléndida) utiliza esa palabra para estos casos. Si el ajusticiamiento merecido consiste en llevarle a la horca, ¿en qué consistiría el ajusticiamieto de Bush? ¿Y el del bigotes? Porque al final todo es tan relativo... Por lo visto delito contra la humanidad no debe ser invadir un país en busca de armas fantasmas. Ni utilizarlo como broma en campañas a posteriori. Ni siquiera que el presidente de un país echado a la calle (aquella vez si que éramos más que los del foro de la familia y cuatro meapilas más) diga que la ciudadanía apoya una guerra debe ser atentar contra las personas. Al menos un atentado contra nuestra inteligencia sí que es. El caso es que da como para pensar un rato... Por cierto, bravo por Cuatro: Propósito para el 2007, no invadir ningún país. Sobran las palabras.


El segundo también da que pensar, pero tal y como están las cosas en este país mejor te tomas una caja de ibuprofeno antes de hacerlo. Te levantas un día y ves en las noticias, entre café y tostadas, que ETA (en otros tiempos, cuando interesaba utilizar eufemismos, conocido como grupo independentista vasco) ha vuelto a la carga. El país contiene el aliento. Y es entonces cuando comienza el bombardeo de información, de dimes y diretes. A la extrema izquierda aparece un personajillo diciendo que ocurre porque el Gobierno no otorga ningún gesto de negociación. Al extremo contrario aparece la nueva versión de la teoría del caos con la que ya empezamos a familiarizarnos: España (una, grande y libre) está en peligro porque cedemos ante el terror. Que la profecía apocalíptica de su partido se ha cumplido. Y aparece la AVT, con su séquito de jubilados-sin-nada-mejor-que-hacer detrás. Y aparecen banderas de España. Y a mí me da algo.

No sé si hemos perdido el norte o es que simplemente yo estoy aún en el despertar de los mundos de Yupi. ¿Dónde están los límites del juego? ¿Hasta cuándo vamos a sufrir la intoxicación, la manipulación? Esos sí que son armas de destrucción masiva.

Estoy muy confuso. Alucinado. Decepcionado. Perdido. Estoy como mi amiga la cabra en el garaje.

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