La ventana dibujaba su ciudad. Sentado contra ella, él las miraba a través de sus manos acariciando el papel al ritmo de la música. La luz se deslizaba por la habitación blanca, rozando su piel y haciendo que el reflejo cegara el pasado. Sólo importaba el presente, y lo que faltaba por venir. Entre el pecho y el cuello de ella la pequeña encontraba calor para ocultar sus ojos de aguamarina.
Ya hace casi un año.
En estas fechas de fiesta mis sombras y fantasmas se reúnen para salir de marcha por las casetas de la Feria. Y me regalan recuerdos de batallas atrincheradas en las que algunas balas se clavaron demasiado dentro de mi cuerpo.
Cuando finaliza el espectáculo y los focos se apagan, el silencio me inunda. Y con la oscuridad me pierdo en el desorden de mi habitación, buscando y rebuscando algo que se me ha perdido, pero sin saber lo que quiero encontrar. Pero si no lo encuentro no sé lo que haré.
¿Cómo aprender si no te encuentro en tus ojos ni en tu manera de tocarme?
Y cada noche vendrá una estrella a hacerme compañía, que te cuente cómo estoy y sepas lo que hay.
2 comentarios:
Y mi amor, amor, amor... estoy aqui, no ves? Si no vuelves no habra vida, no se lo que hare...
Pues...te veo a ratos. Pero muchas veces veo a alguien que no me interesa para nada. Quizás en otro país, otra ciudad, otra vida, volveremos a mirarnos con la misma mirada felina.
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