sábado, 28 de julio de 2007

Noche de Terral. De Luna, de arena, de agua rompiendo contra el Peñón del Cuervo. Noche de los de siempre, y de los que llegan. Noche rasgada por la voz de Joe Cocker.
Y entre tanto embrujo conjuré mis hechizos para que nunca te vayas... because you're mine

lunes, 23 de julio de 2007

Última semana de julio y ya va siendo hora de volver a la biblioteca...

La rentrée siempre es dura, por eso Marta y yo nos la hemos tomado con relajación. A las 9:30 un chupi-pandi de económicas nos intentaba encasquetar una tarjeta de crédito. Ante nuestra negativa, el chavalito me ha salido con que si me abría la cuenta me iban a regalar un polito de Fernando Alonso. Vamos a ver, champion, yo con mi camiseta Desigual, gafas de sol Ray-ban tipo aviador y mis mallorquinas...¿me ves con cara de ser fan de semejante pamplina? ¿No tenéis también de paso las zapatillas de Nadal con el torito? Digo para completar la estrategia comercial.

Por fin nos libramos del plasta y entramos, entre gimoteos, en la biblioteca desierta. A la horita y media estamos al borde del desmayo, así que nos vamos a visitar a la chica labanda, que como de costumbre me soluciona la vida en un momentillo. Ya va siendo hora de quitarse cosas de en medio, entre ellas, el billete de avión para mi futuro destino.

Nos peleamos con todos los buscadores de vuelos: con rumbo, con alitalia, con pepe el pelucas... El más barato es con una compañía llamada "Er guan". ¿Nos fiamos? ¡Mierda! Con tanto pensamiento paralelo nos han robado los billetes. Seguimos buscando... De verdad que cada vez que veo marcar lo de sólo ida me da un telele. ¿Por qué las webs de las compañías aéreas dan tanto por culo? Encima de que te estafan y te cobran dinero por todas partes (¿gastos de emisión? ¡Pero si lo estoy haciendo yo!) la página no para de dar error. Al final desistimos desesperados, ya le robaré la tarjeta a mi madre en otro momento.

Y ahora que lo pienso... ¿Por qué no nos pasamos por la oficina de movilidad? Si total, sólo voy todas las semanas a hacer preguntas estúpidas. Mis antiguas compis me van a dar ya un cabezazo por ser tan apretado... aunque yo sigo pensando que lo mínimo que podría hacer la universidad de destino es decirme que los papeles han llegado correctamente (más si lo he pedido expresamente, ¡hombre ya!). A la salida (y a la entrada, ¡y por todas partes!) más economiquitos intentando endiñarme la tarjetita...

Una mañana de lo más completita, para decir que no he hecho nada vamos. Lo raro es que no haya tenido que hacer ninguna instancia...

jueves, 19 de julio de 2007

Sucumbiendo a la cultura iPod

Cuentan mis padres que, siendo un mico, un día les pregoné en mitad del Pryca mientras comprábamos detergente. ¿Es que no se habían enterado que en la tele una señora decía que Colón lavaba más blanco?

Años más tarde he desarrollado una especie de odio irracional e incontrolable hacia todo lo que apeste a campaña publicitaria, pero es que basta que me inciten a hacer algo para tener que llevar la contraria. No es odio hacia las marcas, sino hacia las modas.

Sin embargo, no contaba con la astucia de los creativos de marketing de Apple...
Y han encontrado en los complementos mi punto débil. Así que ahora me veo con el iPod entre mis manos...pero también con el brazalete y con el sensor de movimiento de Nike.

¿Cuál es tu PowerSong?


lunes, 9 de julio de 2007

Me encanta viajar en tren. Me entretengo con la película que se proyecta a través de la ventana...

El tren me recuerda a aquel viaje de caracoles (con la casa en la espalda) por el país al que me traslado temporalmente.

Me recuerda a peleas con mercaderes florentinos y con cristaleros venecianos. A crucigramas inacabados y a sandwiches de mortaleda boloñesa.

Me recuerda a abejas asesinas que nos roban la merienda, y a hostaleros con cara de psicópata. A tomates cenados a bocados, a tapones de cantimplora cayendo por la cúpula del Vaticano y a banderas gays de la paz.

Me recuerda a chinas haciéndonos fotos ilegales y a helados de todos los sabores. Y a la Plaza de San Marco, a Santa María del Fiore, a la Plaza de España...

Me recuerda a las ¡¡postales!!...y a vosotras.

martes, 3 de julio de 2007

Los exámenes te dejan sin tiempo ni agilidad mental para arreglar el mundo posteando, por lo que los temas se me han ido acumulando.

Así, hoy (por fin libre) podría hablar sobre los mensajes que me envía el delfín diciéndome que Paquito quiere privatizar la Alcazaba (este tío es capaz de convertirla en un aparcamiento), o sobre Marta, que se halla inmersa en su Operación invitación a boda hortera y castiza en el Puerto de la Torre, con burbujitas, maestro de ceremonias y tartas con forma de pavo real. También podría hablar de las amistades que surgen en la biblioteca, como la del cateto y la japuta de la limpiadora chiparra, y de cómo él le lleva a ella el McPollo y las patatas Deluxe. O podría hablar sobre la versión marica de “La ruleta de la suerte” (con arco iris de fondo incluido) con la que me encontré el Día del Orgullo en la tele. Desde luego que Antena 3 se ponga rollito gay-friendly tolerante es lo que me faltaba por ver…

Pero he decidido hablar de algo mucho más interesante, de algo inherente a mi vida de estudiante. Yo sabía que estabais extrañados de que no hubiera hablado de estos temas, con lo que a mí me gusta lo escatológico…

CAGAR EN LA FACULTAD

Estaremos de acuerdo en que evacuar en terreno ajeno siempre es un incordio. Sin embargo, la experiencia es un grado, y uno ya ha ido plantando pinos por distintos dominios de los dos campus. A estas alturas tengo un mapa mental con los puntos (y horas) estratégicos donde sé que, además de liberarme, me quedaré a gusto.

Sobre las 5 de la tarde de un día normal mis tripas comienzan a vibrar. Si tenemos en cuenta que el café que sirven en la facultad es el mejor laxante que se conoce, aguantarse es una lucha contigo mismo de la que sabes que saldrás perdiendo. Y como tampoco es plan de montar un numerito, comienza la secuencia.

Desde hace meses una cara con sonrisa aplatanada te da la bienvenida a los servicios: la máquina de condones. Es curioso que esto se dé en todos… ¡menos en los de medicina! Suponemos que la panda de carcamales opusinos que dirigen esta facultad deben considerarlo dañino moralmente... Porque todos sabemos que lo que debe hacer un profesional es ponerse metafísico cuando se trata de prevenir enfermedades.

Entramos en el santuario en cuestión y comenzamos el ritual. Como, además de la expresión, tengo un culo muy pulcro (pulcrísimo) primero hay que limpiar la tapa con un poco de papel para eliminar restos de pipí y vellosidades púbicas encaracoladas, y luego fabricar un asiento, a ser posible de doble capa, que evite cualquier contacto directo entre mis posaderas y esa fuente de agentes infecciosos. Una vez sentado comienza mi pasatiempo favorito: leer los mensajes escritos en la puerta.

Uno puede aprender un montón de cosas de los vestigios de otros cagones. O, simplemente, llorar de risa. Hace poco, mientras meaba en una posición bastante anómala debido a la situación relativa entre váter y puerta, leí:

"¿No te duele el cuello de mear y leer esto a la vez?”

Aquello casi me hace perder el equilibrio. Por supuesto hay que hacer una mención especial a aquella chica que tuvo a toda una biblioteca general en vilo durante semanas por saber si finalmente se dejaría dar por culo o no (aquello era casi un blog, con comentarios y sugerencias).

Estás de los más entretenido cuando, de repente, tu felicidad se trunca: la puerta se abre y llega un intruso. Tú te quedas en tensión, vaya a ser que algún ruido te delate (como si no oliera a mierda desde antes de abrir la puerta). Hay veces que estás de suerte y la visita es rápida: es entonces cuando puedes dar rienda suelta a toda tu expresión. El problema es cuando oyes cerrarse la puerta de al lado.

Instintivamente miro hacia arriba, como si el tío se fuese a subir al váter de al lado para asomarse a saludarme. Porque verme cagando, debo pensar, es un espectáculo de lo más atractivo. Normalmente, mi compañero de aventuras no suele tener problema en peerse a los cuatro vientos (nunca mejor dicho), así que a mí se me corta definitivamente el rollo.

Y al entrar de nuevo en la biblioteca tienes esa sensación de llevar un cartel que ponga “El cagón ha vuelto”.