jueves, 25 de enero de 2007

La buena vida del estudiante

Lo reconozco, soy malvado. Tan perdido estoy entre tipos de soldadura y máquinas de mecanizado (imposible imaginar que existía tal cantidad de tipos de agujeros que se le pueden hacer a una pieza) que os he ciber-abandonado. Pero después de un emilio de aviso de una fan, tendré que actualizar contando esta mini-historia (por otra parte, interminable).

Érase una vez un loco alto con una mochila bandolera. Normalmente paseaba con su amiga la loca que siempre llevaba carpetas de colores. Algunos días incluso se ponían de acuerdo inexplicable y telepáticamente y paseaban vestidos iguales, con vaqueros y jersey y zapatos negros. Sea como fuere, los dos tenían un pacto: horrorizarse juntos con la idea de morir electrocutados con 5 voltios de corriente continua en los laboratorios de su escuela. Cuando finalmente conseguían salir con vida, se repartían el trabajo para hacer un informe de prácticas cuyo destino no sería otro que ser ignorado. Los dos locos tenían una amiga chipá chipá chiparra con la que habían pasado muchas horas sufriendo en el zulo del edificio menos funcional de la provincia de Málaga.

Ocurrió que llegó el mes de los agobios, y de la falta de horas (principalmente de horas de sueño). Después de una tarde que tendía a infinito, el loco de la mochila bandolera y su amiga chiparra caminaban en la soledad de las calles del centro cargados con sus ordenadores, cuando se encontraron con una extraña criatura de la noche. Durante unos interminables segundos, el paso del loco, la chiparra y el personaje surgido de la oscuridad se aceleró, al igual que el pulso de los dos primeros. Por un lado ella pensaba en lo que podría haber pasado si hubiese estado sola, mientras que él pensaba si sería mejor salir corriendo o directamente liarse a portatilazos (¿para qué andarse con diplomacia?).

Al día siguiente, el loco se alegró de no haber utilizado su portátil para medir la dureza de la cabeza de aquel peculiar personaje. Muy entretenido escuchando Madonna y Fangoria en su danielo-pod, durante unas cuantas horas estuvo terminando el informe que aún tenía pendiente con la loca de las carpetas de colores. Mayúscula fue su sorpresa cuando, al borde de la medianoche, descubrió que el danielo-pod había decidido olvidar todo lo que tenía en su memoria, incluyendo el trabajo de esa tarde. Así que no le quedó más remedio que dedicarse a jugar con tablas y gráficas unas cuantas horas más, mientras se cagaba en el desarrollo tecnológico.

Y cuando hubo terminado, soñó.

2 comentarios:

Leti dijo...

Bien!! le daremos las gracias a la fan del mail... y encima actualizar despeja de los tipos de agujeros no?
Ahora puede ser interesante conocer la sorpresa onirica subsiguiente (viva Lazaro Carreter)... fueron portalilazos, electrocuciones, trabajos repetidos o edificios funcionales?? las palabras que se inventa una pa q no se note q en los pcs guiris me faltan la mitad de las tildes...
courage, ya sabes lo q dice mi abuela... to parriba to parriba!!

DaNieLo dijo...

Actualizar el blog es entretenido, pero con tanto torno y taladro lo que piensa uno es que "taladrar" es lo que debería hacer para despejarme. La neige sur Bordeaux est merveilleuse.