viernes, 16 de marzo de 2007

Sunny Day

Hoy he terminado las clases a las 12, y como hacía un día fantástico he decidido deambular un rato por las calles del centro, que le tengo muy abandonado. Bandolera al hombro, he descrito mi trayectoria por las callejuelas admirándolo todo, como si no hubiera seguido el mismo itinerario cientos de veces.

Primera parada: Proteo. Al salir, noto que alguien sigue mis pasos. Juego... y gano un ya te llamaré. Sigo mi camino hasta calle Larios y desfilo por la glamourosa (y llena de mierda) alfombra roja. Entre flashes y autógrafos inventados tengo tiempo para pensar que me voy a dar un capricho, y me voy a comprar algo de ropa. Peligro: un error del pasado acecha la tienda en cuestión, y decido desaparecer.

Una vez fuera, me seduce la idea de ir a buscar historias a Luces (o Lances, según se mire). Al poco de ojear encuentro lo que buscaba. Me siento a leer mientras el sol cae sobre mí. Sonrío, estoy contento. Cuando me voy, me encuentro con una historia mucho más personal, en la que soy protagonista (más bien, el antagonista): una chica enferma, con compañía enferma, y que en ocasiones ve muertos. La delata su cara al mirarme, pálida, desencajada.

Con el bonito día que hace, le digo telepáticamente.

No hay comentarios: